Costa Rica: La recuperación por el pueblo Bröran, finca Crun Shurin, provincia de Puntarenas

Resumen

En el año 2018, la comunidad térraba Bröran de Buenos Aires, Puntarenas, en aplicación directa de los establecido en la Ley Indígena Ley Indígena, Nro. 6172. 29 de noviembre de 1977, realiza un proceso de recuperación de la fina Crun Shurin, en el contexto del surgimiento del Frente Nacional de Pueblos Indígenas (FRENAPI), un movimiento que pretende retomar pacíficamente los territorios que les pertenecen a los pueblos indígenas, según la misma ley indígena lo reconoce.

Introducción

La historia de la recuperación de unas 1000 hectáreas del territorio de Térraba, llamada finca Campo de venados o Crun Shurin en idioma Bröran, merece ser estudiada e identificada como un importante hito dentro del reciente contexto del conjunto de experiencias de recuperaciones de territorio y de derechos que se está llevando a cabo en la llamada Zona del Pacifico Sur de Costa Rica desde 2011.

Se detecta un contexto histórico marcado, desde hace más de cuatro décadas, por la incapacidad del Estado en hacer respetar su propia Ley (Ley Indígena del año 1977) que implica la realización del saneamiento de las tierras indígenas y la expulsión de los invasores ilegales que ocupan cerca de 80% de los territorios indígenas del país, y de esta particular región (territorio de Cabagra, Boruca, Curré, Salitre, China Kichá y Térraba).

Es un conflicto estructural cuyas coordenadas de análisis superan la dimensión jurídica y se ubican en un universo mayor en el que confluyen factores relacionados con derechos humanos individuales y colectivos y dinámicas sociales caracterizadas por la tensión étnica. El conflicto al que se hace referencia tiene ya una larga data y también una estrecha relación con la inacción del Estado para cumplir sus propias leyes y sus compromisos internacionales en materia de derechos humanos, principalmente de derechos indígenas.

El Pueblo Bröran, comunidad de Térraba

Térraba es una comunidad ubicada en el cantón de Buenos Aires en la provincia de Puntarenas, a unos 200 km al sur este de San José. El origen de su población es indígena, concretamente de la etnia Teribe. Actualmente, debido a los procesos de expansión agrícola, las y los campesinos mestizos ocupan la mayor parte del territorio formalmente demarcado para personas indígenas. De acuerdo con el censo del 2011, habitan 2084 personas en la zona de Térraba. En cuanto a adscripción étnica, 1.193 son indígenas, Teribe o Bröran, 817 personas se identifican como no indígenas; se le suman 74 personas bajo el grupo «sin pueblo» (INEC, 2011. 34).

La reclamación territorial

La recuperación de Crun Shurin, en 2018, es un hito histórico en este proceso de recuperación de territorios indígenas en el Sur que corresponde con el surgimiento del Frente Nacional de Pueblos Indígenas (FRENAPI), un movimiento que pretende retomar pacíficamente los territorios que les pertenecen según la Ley Indígena.

Es de mencionar que Crun Shurin ha sido recuperada a pesar de las numerosas experiencias de amenazas y violencias verbales y físicas que aguantaron las recuperadoras y los recuperadores de territorios en manos de empleados y a veces frente a las fuerzas armadas nacionales.

Un clima de violencia que llevó la CIDH, ya en 2015, a pedir medidas cautelares para proteger la vida de las personas que viven en la comunidad indígena de Salitre. Pero estas medidas de protección para las comunidades indígenas recuperadoras de territorio, nunca fueron consideradas o implementadas.

El leader Bribri de Salitre Sergio Rojas fue asesinado en 2019 y el leader Broran de Térraba, Jehry Rivera, fue asesinado en 2020. Cabe destacar que los autores físicos e intelectuales siguen impunes.

Estos dos acontecimientos dramáticos han venido cambiando la dinámica y el ánimo de las personas recuperadoras.

Como lo observa el Comité de Naciones Unidas sobre la Eliminación de la discriminación racial, que la recuperación pacífica de los Bröran hizo efectivo la Resolución emanada por a Sala 1, voto No. 223-1990-AG del 6 de julio de 1990 donde establece que dicha finca pertenece a los indígenas Bröran que la habitan.

Efectivamente, la Ley Indígena del año 1977 es muy clara al establecer que

“Las reservas indígenas son inalienables e imprescriptibles, no transferibles y exclusivas para las comunidades indígenas que las habitan…Todo traspaso o negociación de tierras o mejoras de éstas en las reservas indígenas, entre indígenas y no indígenas, es absolutamente nulo, con las consecuencias legales del caso” (artículo 3).

Además, el artículo 5 de la misma ley establece:

“En el caso de personas no indígenas que sean propietarias o poseedoras de buena fe dentro de las reservas indígenas, el ITCO deberá reubicarlas en otras tierras similares, si ellas lo desearen; si no fuere posible reubicarlas o ellas no aceptaren la reubicación, deberá expropiarlas e indemnizarlas conforme a los procedimientos establecidos en la Ley de Expropiaciones”.

La falta de cumplimiento del marco legal descrito anteriormente ha llevado a una situación donde al pueblo Térraba le han negado una posesión y seguridad efectiva tanto sobre sus tierras tradicionales como sobre las tierras que fueron tituladas a ellos por el Estado.

A los Térraba, les han negado su derecho a controlar, administrar y distribuir efectivamente” su territorio de acuerdo con sus propias costumbres y tradiciones y a través de sus propias instituciones por la imposición de los gobiernos locales que frecuentemente no permiten la participación efectiva de los pueblos indígenas en la gobernanza de sus territorios. De hecho, la situación de los Térraba es emblemática de la situación que se da a nivel nacional y es un ejemplo extremo de este problema.

Crun Shurin representa también un hito en este proceso reciente de recuperación de territorios en el Sur, porque es de las últimas recuperaciones que se llevaron a cabo antes de los asesinatos de dos recuperadores de territorios, dos eventos que han impactado a las personas involucradas en recuperaciones en el Sur de Costa Rica. Con la excepción de Crun Yaigo, en 2020, no se observa más recuperación territorial en la región.

La recuperación física de Crun Shurin

Desde el año 2015, un grupo de comunitarios comenzaron empezamos a planificar la recuperación de parte de su tierra ancestral.

Con la experiencia de algunas recuperaciones anteriores de otros territorios (Salitre, Cabagra y China Kichá), en la misma zona, prepararon un reglamento y plan de la parcelación de la finca (que algunos ya conocían porque sus padres habían trabajado en ella). La finca Crun Shurin se recuperó en el mes de marzo de 2018.

El grupo de personas interesada y-o involucradas en la recuperación se reunió periódicamente durante dos años antes de la recuperación, para compartir, difundir sobre el proyecto e ir concretando y planificando.

Cuando se acercó el momento, pocas personas sabían la fecha exacta de la toma de posesión física. Varias fechas estaban en discusión para que los invasores no se enteraran cuando exactamente. Solo unos lideres tomaron la decisión final: entraron el 18 de marzo 2018, a las cuatro de la mañana.

Desde el inicio de la recuperación se hizo un esfuerzo para comunicar, publicar sobre la recuperación. Se difundió informaciones al respeto, localmente pero también al nivel nacional e internacional, por medio de radio, periódicos, redes sociales, explicando quienes eran y porque estaban haciendo ello, etc.

Desde el inicio se difundió el mensaje siguiente: “somos 22 familias Broran recuperando el territorio Térraba. Estamos recuperando nuestro territorio de manera pacífica, sin violencia.”

Si bien en el caso de la recuperación de Crun Shurin no hubo violencia física ni disparos, los recuperadores tuvieron que soportar violencia verbal y psicológica durante más de un ano: tanto por parte de la vecindad, de la gente en el pueblo (que no quería venderles cosas), que de las personas que llagaban cerca al portón y les gritaba insultos y les acusaban de ser ladrones.

Durante este tiempo, no pudieron hacer sus viviendas en cada parcela (anteriormente distribuidas) ni sembrar cultivos porque el empleado del finquero iba a destruirlos durante la noche.

Esta tensa situación duró 14 meses, y se terminó cuando el empleado salió de la finca para ir a recuperar el ganado que había escapado de la finca. Al volver, los recuperadores no lo permitieron entrar. Es cuando pudieron empezar a apropiarse de su parcela y empezar a sembrar, principalmente a reforestar y a instalar sus precarias viviendas.